Evangelio dominical

Queridos hermanos:

En esta ocasión, el primer día del año coincide con el domingo. Tenemos por delante un montón de fechas para disfrutar, pero esta primera no parece la adecuada para grandes reflexiones, a lo más el concierto de Año Nuevo y los saltos de esquí. Sin embargo, la liturgia recuerda a María como la Madre de Dios y es la Jornada de la Paz. Con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, que celebra su 50 aniversario, el Papa Francisco nos hace un llamamiento, que nos puede servir para iniciar el 2017.

“La construcción de la paz mediante la no violencia activa, es un elemento necesario y coherente, del continuo esfuerzo de la Iglesia, para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también, a la aportación competente de tantos cristianos, en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un “manual” de esta estrategia de construcción de la paz, en el así llamado Discurso de la Montaña. Las ocho bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-10) trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada: buena y auténtica. Bienaventurados los mansos –dice Jesús-, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.

Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades. Es el desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio.

Esto exige estar dispuestos a; “aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso”. Trabajar de este modo significa, elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social. La no violencia activa, es una manera de mostrar verdaderamente, cómo la unidad, es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado. Puede suceder, que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que; “las tensiones y los opuestos, puedan alcanzar una unidad pluriforme que engendra vida nueva”, conservando; “las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”.

La Iglesia Católica, acompañará toda tentativa de construcción de la paz, también con la no violencia activa y creativa. El 1 de enero de 2017, comenzará su andadura el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ayudará a la Iglesia a promover, con creciente eficacia: “los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación” y de la solicitud hacia los emigrantes, “los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura”.

En conclusión: La Santísima Virgen María es Reina de la Paz. En el Nacimiento de su Hijo, los ángeles glorificaban a Dios deseando paz en la tierra, a los hombres y mujeres de buena voluntad. Pidamos a la Virgen que sea ella quien nos guíe. “Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla”. En el 2017 comprometámonos con nuestra oración y acción, a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. “Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la Paz” (Discurso para el 1 de enero de 2017).

Iniciamos un nuevo año. ¿Qué nos deparará? No lo sabemos; pero la actitud de espera, de escucha y de profunda fe de María, nos puede ayudar para que este sea un año nuevo no sólo en el calendario, sino también, nuevo como experiencia de fe. Con el deseo sincero de que sea muy feliz.

Julio César Rioja, cmf

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