Ni tanto ni tan poco
Te habrás dado cuenta. ¡Qué fascinante es percibir cómo la vida puede depender de la justa distancia entre las cosas! En astronomía hay algo a lo que denominan «zona de habitabilidad», donde la distancia de un planeta respecto a su estrella debe ser la adecuada para que permita la existencia de agua y, por lo tanto, el que pueda darse alguna opción de vida. Porque si el planeta está muy lejos del sol, el frío lo congelaría todo. Y por el contrario, si está demasiado próximo a nuestra estrella, el calor y la radiación serán tales que se abrasaría cualquier esperanza de vida. Es un principio universal: la vida misma depende de esta justa cercanía. Y así ocurre en nuestras relaciones personales. El permanecer demasiado cerca o lejos de algunas personas, historias o situaciones, probablemente dificultará una relación equilibrada, sana y respetuosa con la persona que tienes al lado.
Ni tanto ni tan poco - Demasiado cerca
«Acudid a mí, los que andáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y os sentiréis aliviados.» (Mt 11, 28) |
La virtud está en el término medio, que decían los clásicos.
Cuando te sitúas excesivamente cerca de una realidad, sucede que pierdes perspectiva y horizonte. Si pegas la nariz a un cuadro lo verás como una mancha indefinida y multicolor. Sin embargo, alejándote un poco podrás percibir la increíble belleza de las formas y los matices. De esta manera, las situaciones y tareas cotidianas también necesitan ser dibujadas desde la justa cercanía. Y de esta manera, la zona de habitabilidad llegará a cada cosa y posibilitará que la vida fluya armoniosamente.
Lo mismo acontece con las personas; cuando te sitúas demasiado cerca o te implicas en exceso, hay peligro de agobiar, quitar libertad, condicionar, manipular y crear dependencias insanas que recortan la vitalidad y la energía del otro.
¿Cómo vivo mi implicación y cercanía en mis relaciones y en mis tareas?
¿Tomo perspectiva ante las situaciones diarias?
Ni tanto ni tan poco - Demasiado lejos
«Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Os aseguro, el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» (Mc 10, 14) |
Dicen también que la distancia es el olvido.
Lo que sí es cierto, es que un jardín que no se riega y se mima con esmero se marchita, y sus rincones de fresca sombra se vuelven desiertos. Por eso para posibilitar cierta armonía en las relaciones, conviene regar los encuentros con gestos y palabras adecuadas. Si te alejas considerablemente de alguien, el frío de la distancia irá, poco a poco, deshilachando lo que habías ido tejiendo en esa relación. Por eso la justa cercanía es muy sabia. Porque es generosa, mesurada, sabe cuándo acercarse y cuándo hay que poner distancia de por medio; sabe respetar los momentos, las estaciones y los procesos. Y es que en el fondo es el principio de todo. Tan necesario, que sin él ni tú ni yo estaríamos en este pequeño punto azul del universo que es nuestro planeta.
¿Percibo alguna relación demasiado lejana a la que quizás tenga que dar el calor de mis gestos o mis palabras?