Saludo en la Fiesta del Gracias Inspectorial
Queridas Hermanas, jóvenes formandas, querida sor Beatriz:
Con gran verdad se dice que la Gratitud es el sentimiento que más humildad concentra y más amor expande porque ella nos ayuda a reconocer que todo lo que recibimos es don y gratuidad del Dios de la vida que se manifiesta a través del de nuestras hermanas de Comunidad, de los laicos que conforman las comunidades educativas, y con quienes compartimos más de cerca la tarea educativo-pastoral, de las niñas, niños y jóvenes, interlocutores de la misión, de nuestros familiares y amigos. En un radio más amplio del Instituto, de la Iglesia. Todos de distinta manera, directa o indirectamente colaboran para hacer de nosotras, personas de bien.
Valorar y agradecer los beneficios recibidos nos permite volver a lo cotidiano, a lo ordinario de cada día, allá donde se tejen las mil y una relaciones, donde sentimos que enfrentamos los desafíos por ser mejores, por entregar lo mejor de nosotras mismas, por colaborar en aquello que se nos ha confiado o por luchar para hacer realidad aquello que es todavía sueño, meta o ideal; allí donde damos y recibimos en una hermosa sinfonía en la que el amor se hace solidaridad, se hace corazón abierto para salir al encuentro de quien más nos necesita.
Con gran acierto Don Bosco nos legó esta hermosa fiesta, la fiesta del Gracias, como una ocasión especial para reservarnos un espacio, un tiempo, un lugar en el que juntas alabemos, bendigamos al Dios providente y fiel que nos procura todo bien. A María, la Madre, Maestra y Guía en este camino de discípulas y misioneras de Aquel que es Buena Noticia y da sentido a lo que somos y hacemos.
Celebrar la fiesta del Gracias es regalarnos la oportunidad de decirnos recíprocamente lo importante que son las demás personas en nuestra vida, así como nosotras lo somos para ellas.
Querida sor Beatriz, en ti, contigo y a través de ti decimos ¡Gracias!, porque con lo que eres y haces has sido canal, medio maravilloso para experimentar el amor providente de Dios.
Este año, las Hermanas de la Comunidad inspectorial, junto al pequeño óvolo de la viuda del evangelio, te regalamos la reflexión de algunos aspectos de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium que hemos podido realizar. Sentimos vivamente que el Señor, a través de su vicario, el Papa Francisco, nos invita a volver a la fuente del Evangelio a fin de que, motivadas y acompañadas del Resucitado, Señor de la Vida y de María, la Virgen del Magníficat, salgamos de nuestras fronteras personales para ir al encuentro de quien necesita nuestra ayuda, cercanía, solidaridad.
La Eucaristía de esta mañana ha querido recoger todo lo que nuestra mente y corazón siente. Las Vísperas y la serenata de ayer y ahora, con este sencillo programa matizado de alegría, de fraternidad, de la sencillez de quien tiene la ilusión de niñas, del espíritu juvenil, queremos decirte, querida sor Beatriz: Gracias por tu cariño, por la sonrisa y el abrazo sincero, por recargarnos de alegría y contagiarnos de tu amor, por tu presencia cercana en las buenas y en las malas. Sí, gracias infinitas porque, como dice la canción, contigo vamos creando los nuevos recuerdos, vamos escribiendo la historia de nuestra vida, de nuestra comunidad, de nuestra Inspectoría, del Instituto… juntas construimos la historia de la salvación.
Hoy te deseamos de corazón que seas bendecida, que experimentes el profundo gozo de quien vive en y desde la gratuidad. No estás sola, estamos juntas, conectadas en presente y en pasado, unidas por el ideal, unidas por la vocación que el Señor nos regaló.
Acepta todo lo que las Comunidades anfitrionas, Juan Pablo II de Guaranda, María Auxiliadora de Riobamba, San Juan Bosco de Simiatug, que en representación de todas y con todas te hemos preparado.
Una y mil veces más, ¡Gracias, gracias de todo corazón! ¡Dios te bendiga!
Sor Cruz María Piña
Vicaria Inspectorial