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Grandes sorpresas y hondas satisfacciones nos depara la vida. Hace algunos años nos parecía lejana la celebración del centenario y hoy estamos aquí, haciendo memoria, agradeciendo, celebrando la vida que ha germinado en este camino.

Dos son los textos que hemos escogido como iluminadores, pues complementados expresan lo que hoy sentimos:  el de la primera carta de Pablo a los Corintios 3:6 “Yo planté, Apolo regó pero era Dios quien hacía crecer,” y el del granito de mostaza que se narra en el evangelio, porque nos identificamos plenamente con la experiencia de ser colaboradoras con la obra de Dios, hacer crecer la vida, una vida que se ha fortalecido con el paso del tiempo.

Ciertamente que, hacer crecer y dar fruto es el efecto de la obra de Dios en la vida natural y espiritual de cada ser. Las flores, las plantas, los animales y todo según su género y especie debe multiplicarse y crecer.

El labrador espera paciente el precioso fruto (Sant. 5:7), de la semilla del mensaje poderoso del evangelio que ha sido sembrada en corazones de tierra fértil y éste es precisamente el deseo de Dios, que seamos fecundos, que demos fruto y este fruto permanezca. (Isa. 55:10-11).

En la obra del Señor, cada uno de los obreros-as desarrollan diferente papel, unos, como Apolo riegan, otros como Pablo, siembran, pero solamente Dios da el crecimiento, esta verdad ha sido vivida por nuestras hermanas sor Lavinia Albertini, sor Carolina Mioletti y sor Consuelo Iglesias, quienes motivadas por la obediencia y la audacia misionera salesiana, dieron inicio a esta obra, con la certeza de que Dios, jamás abandona la obra de sus manos y como protagonista principal hará germinar la vida. Misión que ha sido compartida con un sinnúmero de laicos que junto a ellas han escrito estas páginas de historia, de lo que en 1911 se llamó Asilo Sotomayor, albergue para niñas y niños de 3 hasta 10años de las clases más desposeídas, que contó con la incondicional ayuda de benefactores como el Sr Sotomayor y Luna y su esposa hasta lo que hoy es María Auxiliadora.

listHacer la voluntad de Dios y no la propia. ¡Esta es la clave del éxito. Llegar a ser hombre y mujeres espirituales, maduros, eficaces, valiosos, y de abundante fruto, lo que nuestros fundadores llamarán “hacer de las niñas, niños y jóvenes buenos cristianos y honrados ciudadanos; personas comprometidas con la Iglesia y la transformación social.

Vivimos en tiempos difíciles donde tenemos grandes oportunidades para mostrar madurez espiritual. La gente vive vacía de Dios, vacía de lo espiritual, llena de cosas pero vacía, allí, estamos llamados a ser Apolo, que riega o un Pablo, que siembra, pero ciertos que Dios da el crecimiento,

Cien años son el resultado de la siembra y cuidado paciente, de la perseverancia en el cuidado de esa vida confiada, del amor entregado momento a momento.

mesitaHoy con la humildad, sencillez y la alegría que guiaron a las primeras hermanas al inicio de esta semilla que se ha convertido en un gran árbol, agradecemos al Señor de la vida la tarea confiada y le decimos “misión cumplida”, “aquí estamos”… danos tu luz y guíanos en el camino, de esta nueva etapa de vida y de historia que nos confías. 

 

Sé que el reto es grande, pero alentadas con el coraje y valor de todas las personas que nos han precedido queremos continuar la obra a nosotras confiada.

Gracias por estar aquí, gracias por acompañarnos en la celebración de este don y tarea, cimiento de una nueva etapa.

 

Sor Cruz María Piña_ fma

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