Muy querida Sor Silvia:

 Hace 102  días, cuando Quito aún dormía,  llegaste como un lucero matutino. Era el 6 de agosto: un grupo representativo  de hermanas y formandas tuvimos la suerte de darte la Bienvenida en tierra ecuatoriana: reinaba un ambiente de expectativa especial, de alegría y algarabía, aún notoria ante  el resto de gentes que esperaban a sus seres queridos. Para nosotras, se trataba de ti, SOR SILVIA, una persona querida, enviada por  la Madre General… Apareciste, con y como María de Nazaret,  luego de un largo viaje donde sobrevolaste  valles, montañas y mares hasta llegar a casa, a nuestra casa, a nuestra provincia que con tanta anticipación ya tenía abierta sus puertas de par en par para acogerte como enviada del Señor.

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Al día siguiente, con paso decidido y gozoso te entregaste sin medida a transitar con respeto por los diversos espacios de las personas y de las comunidades educativas. En cada corazón dejaste impreso algún recuerdo que seguramente no se borrará con el correr del tiempo porque llegaste en “puntillas”  a la vida de cada persona para comunicarle gozosa que Dios la ama y que se deje amar por El.

visitatricePor esto y por tantas otras cosas que cada quien atesora en su corazón,  te agradecemos infinitamente. Me limito solamente a evocar algunos motivos de esta sinfonía del gracias que continuará para siempre porque el amor nunca muere y la gratitud es una de sus más bellas expresiones:

Gracias por tu capacidad de adaptación sin límites. Por la valoración de la diversidad cultural. Por la sencillez de tu vida y desprendimiento. Por tu espíritu de sacrificio llevado con serenidad. Por tu actitud orante desde la vida que estimula y da confianza. Por tu intervención oportuna, en ciertas ocasiones cuestionadora, llamándonos a una  calidad de vida consagrada. Por tu capacidad de buen humor y de alegre canto.

Queremos asegurarte que la semilla sembrada ha caído en buena tierra. Seguiremos cultivándola para que florezca y dé los frutos deseados sobre todo en la CONSTRUCCION de COMUNIDADES FRATERNAS desde la realidad de cada persona con sus riquezas y debilidades. A propósito recuerdo la canción: “La semilla que siembras y fecunda verás, hechas flores y frutos y semilla tenaz. Y verás cómo crece la vida, y verás, y verás…”


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No te decimos adiós sino hasta encontrarnos cada día alrededor de la mesa de la fraternidad, la Eucaristía, que nos hermana más allá de la carne y de la sangre; como afirma el CGXXII: es generadora de comunión eclesial, testimoniando la belleza de pertenecer al Señor con la entrega gozosa a las hermanas y a los hermanos.

Que puedas en tu caminar,  seguir con esa actitud que levanta el ánimo, que fortalece, En una palabra que da ESPERANZA y trae  BENDICIONES por doquier y para todos. También nosotras te aseguramos nuestro mejor augurio: Que Dios te BENDIGA HERMANA del alma y que seas FELIZ

Sor Vicenta Jaramillo

Provincial

 

Cumbayá noviembre 14, 2010

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