CONFERENCIA DE LA MADRE

MARTES 19 DE OCTUBRE

No quisiera distraer la atención de ustedes basada en la meditación del Cardenal, sin embargo necesito tocar algunos puntos oportunos para las inspectoras.

Ayer en la noche dije que sería importante preguntarnos qué es para nosotras la santidad, cuál resonancia hay en nosotras. Quisiera decir algo sobre la misión de la inspectora y el camino de santidad.

Pablo VI en 1972 –centenario del Instituto nos deYvonneía: - “Sabrá vuestro Instituto responder a las peticiones de la Iglesia, en esta hora turbulenta? Solo hay una respuesta que asegura el futuro: la santidad”. Eso quiere decir, asegurar el primado de la vida interior aun en medio de muchas actividades que son buenas.

Esta indicación nos remite a nuestro proyecto de vida en cuanto  misión de la inspectora (art 144; 147), las invito a que los lean. Describen nuestra misión, hablan de la identidad de nuestro servicios: animación, comunión, escucha, diálogo, evangelización de los jóvenes, santidad…

Nuestra misión es fundamental y debemos asumirla como camino de santidad vivida. La santidad es el proyecto de vida cotidiano. La santidad es un don de Dios y una urgencia apostólica. En el CG XXII hemos subrayado que la santidad es un encuentro con una persona viva que se traduce en el encuentro con quienes encontramos, que queremos vivir a partir de Él, que queremos que Él nos convierta al amor.

La santidad nos pone a vivir con determinada determinación, como dice Santa Teresa. Un elemento es la determinación, la decisión. Si hay determinación determinada nos abrimos al Espíritu. Y esta semana de Ejercicios puede ser un momento en el cual nos determinemos. Caminar en las vías no fáciles pero posibles de la santidad, requiere confianza y abandono total, fe incondicional a la cual se llega por caminos diferenciados, porque cada etapa de la vida espiritual tiene sus exigencias y características, por las circunstancias de la vida. Hay momentos en los cuales somos particularmente capaces de reconocer la acción del Espíritu aún en medio del misterio de salvación.  El camino de santidad es dejarnos guiar por Él para entrar en su misterio pascual, que es misterio de salvación hoy. Nuestra vida y misión encuentran su sentido en la integración que hagamos de esa historia de salvación.

Es la hora de la llamada a una fe más robusta, profunda, que no termina de crecer, porque es un don continuamente renovado, pero en este momento en el CG hemos sentido una llamada del amor de Dios a avanzar más, no podemos continuar como veníamos –el Instituto y cada FMA-. Eso lo sentimos también para nosotras, porque el Instituto somos nosotras; subir más hacia la meta que Él pensó para cada una de nosotras. Para cada una de las inspectorías y para el Instituto en cuanto tal.  Cada una tiene la posibilidad de volverse santa porque no es algo extraordinaria, es para todas un deber sencillo, familiar.

En nuestra misión de animación como inspectoras podemos darle un rostro cotidiano, sencillo y profundo a la santidad y alimentarla en las hermanas que el Señor nos ha confiado. Llegar a contagiar el deseo de ayudarnos entre hermanas, con esta meta, sin perdernos en el camino en otras cosas que son importantes pero que no llevan a lo esencial. Ese es el secreto de nuestra misión. El Señor tiene que llenar, transformar nuestra vida, pasar por nuestra vida a nuestras Hermanas y jóvenes. Ese amor nos irá transformando. No es el resultado de un esfuerzo ni una suma de esfuerzos, ellos son importantes pero tal vez para abrir la puerta y no cerrarla, porque la sobreabundancia del amor del Señor pueda llegar, llenarnos el corazón. Es el amor el que cuenta!

En el Instituto tenemos lindas figuras de hermanas que han vivido o que están viviendo un camino real de santidad. Algunas han logrado el reconocimiento eclesial, personas muy sencillas –empezando por MM- pero si pensamos en María Romero, en nuestro continente, una de nosotras que tenía también sus defectos, no era perfecta, pero qué figura de amor y de caridad!, ella supo contagiar a las niñas. La santidad se manifiesta en cada una, como cada una es!.

Cada una tiene su camino, pero es importante estar atentas a lo que el Señor dice y nos pide cada día, para responderle, para no dejar llamadas y dones no acogidos, o no integrados a nuestra vida, como la semilla que cae sobre piedra.

También eso es importante para acompañar el camino de santidad en cada hermana que es diferente al nuestro, pero como hemos hecho experiencia podemos acompañarlas. Es como una cascada, desde nuestra experiencia contagiarlo en nuestros consejos, directoras, hermanas y jóvenes.

Pienso que es importante ver cuál atención y concentración hay en nuestra vida a las inspiraciones del Señor que son continuas y múltiples. El ritmo de nuestra vida arriesga de hacernos incapaces de acoger y reconocer esas llamadas de Dios.

Las animo a que en estos días miren, hagan una relectura puntual: cuáles son las voces más fuertes que resuenan en nosotras, de esta experiencia de Dios a través de nuestra misión, y mirar qué decidimos hacer, si algunos elementos se nos han escapado, cómo recuperarlos. Cuáles condiciones poner para cuidar la vida interior?

Haciendo memoria del pasado y leyendo la vida de algunas personas se descubren algunas características que tienen sabor de familia:

  • La interioridad favorecida por la Palabra y el encuentro sacramental
  • La serenidad radicada en la confianza en Aquel que es el Maestro y nos guía
  • La calidad de las relaciones, alimentadas en la alianza con el Señor
  • La decisión de dar el primer paso y el tiempo debido a las hermanas con una escucha simpática y objetiva que requiere ascesis, desprendimiento
  • La capacidad de perdonar, eso pacifica el corazón para reemprender el camino. El corazón de cada una de nosotras, sea un espacio elástico en el cual cada hermana encuentre el espacio que necesita y que se amplía con el amor, es la imagen del hierro que se dilata con el calor o el sol, así nuestro corazón se dilata al contacto del amor del Señor y amando con este amor, muchas de nuestras hermanas se sentirán bien, Nosotras somos unas privilegiadas porque se nos ha confiado muchas personas para amar. A partir de allí la opción de acompañar a las personas, las más pobres, más heridas, las más desventajadas, esto parte de nuestro corazón, esta atención no es externa. La petición puede ser externa, la determinada determinación de atender,  parte de nuestro corazón materno, atento, que se abre.
  • La humildad en nuestra vida: el amor nos hace humildes. Como Dios es amor, es humilde, no sobrepasa nuestras capacidades, se abaja para elevarnos. Él nos invita a dejarnos guiar en esta experiencia, que nos lleva a ser sencillas, a acoger nuestras equivocaciones, a no criticar, que nos lleva a gozar con quien goza, y sufrir con quien sufre, a estar atenta a los detalles de la vida de nuestras hermanas. Podemos cambiar la relación con una hermana a partir de un detalle atento a la Hermana. En este momento en el Instituto hay mucha atención a las Hermanas, pero también mucha desatención. No podemos estar atentas a todos los detalles pero si a algunos, eso es contagioso. El amor se manifiesta en la discreción, pero vivido con amor no hay nada pequeño. La santidad ferial nos lleva a vivir con atención en cada momento de nuestras reacciones, de nuestra oración, es un camino de gozosa responsabilidad.
  • El Rector mayor en la clausura del CG no dijo: ustedes FMA están llamadas a ser esperanza, luz y sal, tienen la misión de ser signo y expresión del amor preventivo, en una palabra ser luz, sal, ciudad sobre el monte quiere decir ser santas, eficazmente santas, legiblemente santas.  Es fascinante ser santas! Es amor hasta el extremo.  Nuestras Constituciones hablan de tender hacia el amor, no siempre somos luminosas, somos luz y sombra, dos aspectos que se alternan, pero lo importante es que la luz avance y desaparezca la sombra cuando nos encontremos con el Señor. También a las hermanas las debemos ayudar en esto, aceptando sus límites y nuestra pobreza. El Señor se hace espacio para transformarnos.  Es también un camino de esperanza y confianza. Estamos llamadas a ser luz, no podemos no ser luz, no podemos no ser una palabra que interpela, porque o si no nuestra vida  no tiene sentido. La luz del Señor  debe resplandecer en nosotras.
  • Nuestra santidad debe educar, animar. Nosotras debemos vivir la santidad EN nuestra misión.  Hay que reforzar la misionariedad en nuestro instituto en cuanto contagiar la luz aun en territorios de primera evangelización. Estamos llamadas a una santidad misionera y sea animando el Instituto o la inspectoría debemos mantener el fuego misionero encendido en la medida en que lo tengamos dentro, teniendo el corazón abierto a vastos horizontes, a las nuevas fronteras. Se requiere una pasión para descubrir lo nuevo que ya está: no lo véis? Esto nos lleva a ser apasionadas para anunciar la buena noticia, para desear que todos hagan la experiencia del amor de Jesús, empezando por nuestras Hermanas y jóvenes.

La santidad es el don q2p34_content en el carisma, el carisma salesiano es de santidad! Es necesario liberarlo dentro de nosotros para que pueda transformarnos con la energía intrínseca. Los ejercicios son un momento en el cual podemos dejar que Jesús nos desbloquee, nos abra si estamos cerradas. Y con nosotras y a la luz de la realidad inspectorial, ver qué puede ser liberado en este sentido en las Hermanas.

En la Encíclica Nuevo Milenio Ineunte, Juan Pablo II nos decía:  es necesario poner al centro la santidad en los proyectos pastorales. Juan Pablo II amaba mucho a don Bosco!

Una santidad accesible, gozosa, que su itinerario abarca todas las dimensiones de la persona y se desarrolla en una comunidad, y que es propositiva desde el punto de vista vocacional, pues ayuda al descubrimiento de la propia vocación a los jóvenes.

Por qué nuestra vida no interroga? Jesús interrogaba y eso lo llevó a la muerte. En nuestro mundo donde crece el relativismo, en el cual se todo es plano, la vida religiosa siente esta importancia de ser profecía en la fragilidad, pobreza y limitación, es la lógica de Dios. Pienso que nosotras, como camino de santidad, dentro de una misión educativa, que debe llevar a hacer crecer la santidad en los jóvenes, estamos particularmente interpeladas en este sentido.

El Señor nos conceda la misma pasión de DB y MM para caminar hacia la vida ALTA, y encontrar el secreto para despertarla en nuestras comunidades, porque no sólo las hermanas sino también las comunidades en cuanto tales busquen el camino de la santidad comunitaria, que ha sido la de Mornés, Nizza…que ha sido el punto de partida para las misioneras audaces: personas santas porque radicadas en la oración, la disponibilidad al Espíritu Santo que les ha permitido encontrar respuestas nuevas.

Miremos a María para descubrir su figura, qué estilo tenía su vida? La del cotidiano vivido bien? La vida de María irradiaba santidad porque supo acoger todas las anunciaciones que Dios le hizo: dudas, pasión dolorosa… participó íntimamente en la propuesta de Jesús.  Dejarse configurar siempre más de Jesús. María nuestra Auxiliadora nos acompañe en este camino.

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