dmasepoct“Señor, qué bueno es estar juntos y amarnos como amas tú”, decimos con el canto en nuestras asambleas litúrgicas. Y estamos convencidas de que la belleza del vivir juntas puede ser retórica si no hace referencia al evangélico “amaos como yo os amo”. En la vida concreta, nos ocurre que tenemos perplejidades acerca de la “alegría de la vida comunitaria”. Lo expresamos en el compartir entre nosotras, en las confidencias que nos intercambiamos, en las revisiones de nuestros proyectos, cuando ensalzamos toda visión idealizada, lejana de fatigas y dificultades reales.

El pasado mes de mayo, recibimos una bonita carta de Madre Yvonne, con el atrayente título: “El precioso tesoro del espíritu de familia”. Hace bien releerla y reflexionar sobre ella. Carga de nuevo la mente de ideas buenas. Llena el corazón de sentimientos positivos. Regenera energías y lanza de nuevo a gestos de confianza.

Este número de la Revista nos confronta con la experiencia del estar juntos entre ideal y real. Nos propone el tema de la relación interpersonal no hecha de sueños o deseos, sino de exigencias concretas y sobre todo de referencia al Evangelio. Mujer de Evangelio es Esther, una cristiana de Nigeria que sabe tejer comunión con la colega musulmana en torno a un proyecto común de paz. “Por vez primera, empecé a encontrar aspectos comunes entre nosotras; somos personas humanas… Custodiamos dolores y fatigas. Esto me ha ayudado a superar los prejuicios”.

poster_DMA201205-sep_y_oct-2012_page1_image1Estar juntos es fuerza para construir la paz si sabemos “educarnos a la compasión, a la solidaridad, a la colaboración; a participar activamente en la vida de la comunidad”. La paz; un don de comunión a cultivar en el corazón colaborando para crearla en el ambiente en el que nos encontramos.

Siempre es posible volver a empezar para vivir auténticas relaciones comunitarias.“Decid la verdad, cada cual con su prójimo”, se afirma citando el párrafo bíblico de Zacarías. Es esencial cultivar la confianza recíproca.”Cada día, en primera persona, estamos llamadas a elegir lo que alimenta
el clima de familia”. Para construir un “ambiente abierto, atento a ofrecer un amplio abanico de propuestas significativas”.

Es el sueño de Don Bosco, expresado con ocasión de la reelección de Madre Mazzarello como Superiora: “Ruego a Dios que en todas infunda el espíritu de caridad y de fervor para que esta nuestra humilde Congregación crezca en número y se dilate en otros y luego en otros más remotos países”.

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