La valentía de salir

BH

Roma (Italia). Octubre misionero se da en el ambiente del Año de la Vida Consagrada y para la oración y la reflexión. Si todo bautizado está llamado a dar testimonio recibe un estímulo para la oración y la reflexión. Si todo bautizado está llamado a dar testimonio del Señor Jesús anunciando la fe recibida como don, esto vale particularmente para la persona consagrada, porque entre la vida consagrada y la misión subsiste un fuerte vínculo.

Hoy la misión está ante el desafío de respetar la necesidad de todos los pueblos, de partir de las propias raíces y de salvaguardar los valores de las respectivas culturas. Cada pueblo y cada cultura tiene el derecho de hacerse ayudar por la propia tradición en la inteligencia del misterio de Dios y acogiendo el Evangelio. Destinatarios privilegiados del anuncio son los pobres, los pequeños y los enfermos, aquellos que a menudo son despreciados y olvidados, aquellos que no tienen para reciprocar.

La evangelización dirigida preferentemente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Éste es el mandato claro especialmente para las personas que abrazan la vida consagrada misionera: con el voto de pobreza se opta por seguir a Cristo en esta preferencia suya, no ideológicamente, sino como Él identificándose con los pobres, viviendo como ellos en la precariedad del la existencia cotidiana en la renuncia al ejercicio de todo poder.

Octubre misionero debe llevar a una reflexión: una vida consagrada que no se cierra en sus necesidades sino que tiene la audacia de “salir” o bien largarse, caminar por los caminos que llevan a las lejanas periferias del mundo y a aquellas periferias más difíciles de alcanzar que circundan el corazón de los hombres.

Los escenarios de la misión en el mundo entero interpelan continuamente la evangelización y ofrecen nuevos espacios y oportunidades. El gran aumento de extracomunitarios confirma la urgencia de la invitación del Papa a ‘salir’. Hoy se habla de indiferencia, superficialidad, enfrentarse con frecuencia a una religión consumista y con el turismo religioso que se realiza en torno a los acontecimientos sacramentales que saben más a espectáculo que al misterio. Mientras que la cruz, que tiene la fuerza de lo universal, desaparece ante las barcazas de la esperanza, al alejamiento forzado de cualquier etnia, a la explotación de la pobreza y vuelta a la corrupción de la dignidad de los pobres.

Las razones de la misión no son la conquista de nuevos adeptos, ni siquiera la pretensión de resolver el drama de la pobreza y de la miseria, no se ponen como alternativa a los jóvenes y a la economía, pero abren un camino, indican una meta, ayudan a descubrir un valor fundamental que atraviesa la vida del hombre y lo coloca en el pensamiento y en el mismo corazón de Dios.

Alos jóvenes «todavía capaces de de testimonios valientes y de empresas generosas y a veces a contracorriente, el Papa dirige la llamada a no dejarse «robar el sueño de una verdadera misión, de un seguimiento de Jesús que implique el don de sí».

La misión no es un asunto de sacristía pero encuentra su hábitat en la historia diaria del hombre, interceptando necesidades, esperas de esperanza, poniendo a disposición de todo este anuncio del Evangelio que halla forma de expresarse en cada cultura y situación.

http://www.cgfmanet.org/21.aspx?lingua=3&sez=21&sotsez=1&detsotsez=1&doc=1016

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