Comentario al Evangelio del domingo, 8 de marzo de 2015

klLas primeras lecturas de los dos domingos primeros de Cuaresma nos han hablado de las alianzas que Dios hizo con Noé y con Abrahán, hoy se nos habla de la alianza con Moisés en el Sinaí y los diez mandamientos. Tenemos el peligro de no percibir lo esencial de la alianza, que es la relación íntima del pueblo con Dios a través de su propia vida y transformarla en ley y culto. La fe basada en un  Dios celoso y terrible, en el temor a los castigos o la búsqueda de premios, en la ley y en el culto formalista o carente de participación, es una fe inmadura que nos deja en el Antiguo Testamento. El problema no es la ley, lo que nos convierte en auténticos creyentes es el sentido que la damos. Jesús no anula los diez mandamientos, pero parece decirnos que no es su frío cumplimiento lo que nos acerca a Dios, sino el amor con el que hacemos las cosas.

Cuando Jesús llega al templo esto es lo que se encuentra: el pueblo ha hecho del templo y del culto el centro de su fe y ha falsificado la alianza convertida ahora en un negocio. Él, es el que va restaurar la alianza hecha con Noé, Abrahán y Moisés, la cruz mostrará cuál es el compromiso de un aliado con Dios: la donación de la propia vida. Entonces: “Haciendo un azote de cordeles, los hecho a todos del templo”, en esa ira justiciera hay algo de la ira del Sinaí: la ira contra la hipocresía y la superficialidad religiosa. No hay peor justificación para nuestras acciones interesadas que decir que estamos cumpliendo la ley y situarnos bajo un manto religioso, esto da pie a los abusos, sobre todo a la expoliación del prójimo. Inmediatamente se inicia un diálogo de sordos que conduce al absurdo:”Destruir este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo”. Unos hablan de una cosa y Jesús habla de otra. No hay entendimiento.

En la nueva alianza como luego nos dirá Pablo: “todos somos templos de Dios”. Dios quiere vivir en el pueblo y con el hombre, quiere unos hombres-templo, casa y propiedad suya. ¿Cómo hemos podido alejarnos de esta intuición y convertir el cristianismo muchas veces en un conjunto de leyes, preceptos y cultos sin más? ¿Cómo los laicos dejaron de tener conciencia de su ser sacerdotal y profético y ese sacerdocio sea exclusivamente jerárquico y con poca participación del pueblo en los problemas de la comunidad? ¿Cómo entre nosotros mismos cuando hablamos de la Iglesia, no nos referimos a los millones de fieles, templos vivos, sino a la jerarquía? ¿Cómo para muchos esta Iglesia no se considera que haya hecho una alianza con Dios, sino una alianza con los ricos, los poderosos, los privilegiados, aunque todos sabemos de su dedicación a los pobres? Esta Cuaresma nos invita a profundizar en el sentido de nuestra alianza, a tomar personal y comunitariamente la vida en nuestras manos y ponerla delante de Dios y los hermanos.

Nosotros sabemos y decimos con San Pablo: “que la fuerza y la sabiduría de Dios”, es la relación amorosa que Dios establece, por medio de Jesucristo, con la persona humana y nos dejamos sanar, en lo profundo del corazón para ir cumpliendo nuestra alianza día a día. La paradoja de la fe y la nueva alianza, es lo ridículo de un Cristo colgado en la cruz (“escándalo para los judíos, necedad para los griegos”) y de un pan compartido con amor, está es la esencia de la nueva relación del hombre con Dios, cuya locura: “es más sabia que la sabiduría de los hombres y cuya debilidad es más fuerte que la fortaleza de los hombres”. “Él sabía lo que hay dentro de cada hombre”. Él ve lo íntimo y sabe de nuestra entrega incondicional a Dios, que vive en quien lo ama y en quien ama a su prójimo como a sí mismo. Lo demás es añadidura.

PD: Hoy 8 de Marzo es el día de la Mujer Trabajadora, qué no os engañen, no es el día de la mujer, que como todos sabemos trabaja y a veces demasiado, en la casa o cuidando a los mayores y enfermos. Hoy es el día de la mujer que trabaja fuera de casa y también dentro, por eso recordamos la lucha de esas mujeres por sus derechos.

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