14/10/2014 - Construir una casa abierta y solidaria (1)

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"Nuestra casa es una construcción abierta, en la que el Espíritu Santo prepara para una profunda formación espiritual, intelectual, comunitaria y apostólica."     

En estos días, dedicados a los trabajos de profundización del tema capitular, hemos pedido a la Madre y a algunas Consejeras generales que compartan algunas reflexiones y su experiencia del Capítulo. 

¿Qué quiere decir sentirse comunidad eclesial en camino en este nuestro tiempo?    

Madre Yvonne Reungoat: "La vida religiosa se caracteriza por su dimensión eclesial. No es algo "junto a", sino "dentro de" la Iglesia y es expresión de la vida eclesial. Las raíces trinitarias de la comunidad religiosa manifiestan la dimensión de comunión en la Iglesia. El carisma, en efecto, es un don a la Iglesia: en diálogo con los otros carismas colaboramos a su edificación. Don Bosco y la Madre Mazzarello consideraron el amor a la Iglesia y la fidelidad al Magisterio del Papa como un rasgo importante de la vida salesiana. En comunión con el Papa Francisco, nos sentimos un Instituto en dinamismo de salida que ayuda a las jóvenes  y  a los jóvenes más pobres. Con nuestra propuesta educativa nos comprometemos a ser signo reconocible del amor que Dios les tiene, a hacer gestos concretos de cercanía, de amor, de solidaridad, recordando las palabras de Don Bosco: Que los jóvenes no sólo sean amados, sino que ellos mismos se den cuenta de que son amados ". Como Comunidad educativa somos expresión de la comunidad eclesial y universal, llamadas a ser profecía de la fraternidad y a ponernos en red CE y Familia salesiana para ser testimonio de caridad en la Iglesia y en el territorio." 

¿Cómo podrá cambiar la experiencia formativa del capítulo nuestra vida y la de nuestras comunidades, cuando hayamos vuelto a casa?  

Sor María Américo Rolim: "El Capítulo es una gran experiencia de discernimiento, de comunión y de renovación. De discernimiento porque es un tiempo y un espacio privilegiados para escuchar a Dios, que nos habla no solo como FMA individuales, sino como comunidad mundial. ¿Qué espera Dios hoy de las FMA y de las comunidades educativas? ¿Qué nueva respuesta está llamada a dar al mundo, a la Iglesia y en particular a los jóvenes? El Capítulo es también un gran taller de comunión, porque es una señal de unidad y armonía en la diversidad y, por consiguiente, forma y renueva a la persona, la abre a la confrontación, al intercambio de experiencias, a la confirmación de la autentica fidelidad, a construir juntas las líneas de futuro del Instituto. Es un tiempo precioso de renovación en el que se reinterpreta la propia identidad carismática a la luz de los retos de hoy a renovarse en la calidad de la vida, de las relaciones, de la pasión del da mihi animas; se pone en salida misionera hacia las periferias geográficas y existenciales donde se encuentran los jóvenes más pobres. La experiencia formativa del CG XXIII no concluirá el 15 de noviembre. Se volverá a las comunidades con un nuevo impulso y, asumiendo la novedad del mensaje capitular, serán artífices de cambio y de nueva fecundidad carismática."  
  
¿Cuáles son las expectativas y los retos de los jóvenes de hoy? ¿qué dificultades y retos impiden entrar en diálogo con los jóvenes?

Sor María de Carmen Canales: A través de los muchos diálogos y encuentros mantenidos en diversas partes del mundo he tenido ocasión de percibir en tantos y tantas jóvenes el anhelo de esperanza, de paz para quienes viven situaciones de guerra, violencia, injusticia, de trabajo para manifestar las propias capacidades y riquezas, de sencillez y sobriedad, de felicidad, de sentir presente en su vida al Dios de la vida abundante, de adultos auténticos, que sepan quedarse a un lado con humildad. Muchos son también los retos afrontados: el miedo del presente y el futuro, de ser abandonados por uno de los padres o por ambos, en algunos contextos el miedo de ser vendidos como mercancía, de no poder acceder a la cultura y de tener que trabajar desde pequeños, sin poder vivir la infancia y la niñez, el miedo del límite, de la incertidumbre, de lo desconocido.... La dificultad para escuchar a los jóvenes proviene de no saber descentrarnos de nosotros mismos para poder atender lealmente a las jóvenes y a los jóvenes tal como son, y de no saber cambiar con ellos. El reto más difícil es acompañarlos delicadamente y con ternura, escuchando con atención sus clamores, sin pretender encontrar nosotros las respuestas al momento, sino buscándolas juntos, con paciencia, creyendo en ellos, con el estilo de Jesús resucitado en el camino de Emaús. 

¿Qué experiencia de familia salesiana nos ofrece el capítulo general XXIII?  

Sor María Luisa Miranda: “Lo primero que me viene es decir que constituye una experiencia de participación activa o mejor de interacción continua. La FS ha estado presente e implicada desde la preparación del CG en las diversas Inspectorías hasta los magníficos momentos  vividos estos días con los representantes de los laicos y de los jóvenes de todo el mundo. Pienso que cada día vamos descubriendo con admiración que nuestro carisma es una gracia compartida por muchas personas; que el don que nosotras hemos recibido con nuestra vocación de FMA, el Espíritu Santo sigue dándolo a otros muchos jóvenes y adultos, que tienen en el corazón la misma pasión que ardió en el corazón de D. Bosco y de M. Mazzarello. Pienso que en esta sinergia las Capitulares experimentan la belleza y la importancia de sentirnos FS en la pluralidad de las vocaciones y en la unidad de un único carisma, destinado a colaborar para que los jóvenes sean felices aquí y en la eternidad. El futuro del carisma salesiano se entrevé cada vez de más como comunión de pensamiento, de intenciones y de acciones en red como FS. Así nos ha pensado y querido Don Bosco. El sentido de familia que hoy buscan los jóvenes se lo podemos dar si vivimos consciente y concretamente, en comunión, el "Da mihi animas coetera tolle". 

 

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