frDomingo 31 de Agosto

Jeremías 20, 7-9
Salmo 62, 2-6.8-9
Romanos 12, 1-2

Mateo 16, 21-27
Tus pensamientos no son los de Dios

Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

El texto: tejido
En la mentalidad de Pedro no cabe ni siquiera la idea del fracaso de Jesús.
Nos sigue costando este programa salvador de Dios, que reconcilia consigo a la humanidad asumiendo el mismo dolor y la muerte con la entrega total de Jesús.

Jesús extiende este programa a sus seguidores que es: negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirlo. No para buscar el dolor en sí, sino para ser capaces de olvidarnos de nosotros mismos y de asumir el sacrificio que supone la entrega por los demás.
Jesús nos recuerda qué es lo principal en nuestra vida, salvarnos: ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?

¿A quién le gusta la cruz? Ya lo dijo Jesús, que no nos prometió nunca que el seguimiento sería fácil y cómodo, sino que carguemos con nuestra cruz y lo sigamos. Lo que nos pasa, a Pedro y a nosotros, es que preferimos un cristianismo a la carta aceptando algunas cosas del evangelio, las que nos gustan y convienen, y omitiendo otras.

Pedro se encontró muy a gusto en la transfiguración, pero en el calvario, al pie de la cruz, no se lo vio. Nosotros apreciamos del seguimiento de Cristo algunos aspectos de consuelo y misericordia, pero a veces pareciera que rehuimos otras de renuncia y sacrificio.

La trama vital...
El evangelio de hoy es prolongación del pasaje del domingo pasado. Entonces leíamos la admirable confesión de fe de Pedro y la alabanza de Jesús, que le concede la investidura como cabeza de la comunidad, con las imágenes de la roca fundacional y de las llaves del Reino.

Pero hoy, cuando Jesús anuncia por primera vez que va a Jerusalén a padecer y que allí será entregado a la muerte, y resucitará al tercer día, se encuentra con la reacción, de buena fe pero exagerada de Pedro que quiere impedir incluso la mención de un fracaso semejante.

La respuesta de Jesús esta vez no es ciertamente de alabanza, sino una de las más duras que salieron de su boca: "apártate de mi, Satanás". Si antes le había alabado porque había sabido oír la voz de Dios, ahora le dice lo contrario: "tú piensas como los hombres, no como Dios".

Si antes le había nombrado "piedra" constructiva, ahora dice que es para él "piedra de tropiezo o escándalo".

…y su hilo donboscano
En el centro de la «pedagogía del gozo», en el centro del espíritu atrayente de la vida salesiana, existe una parte importante del misterio de la cruz. Quien contemplaba de lejos a Don Bosco, quien consideraba la expansión incontenible de su obra, sus éxitos, también podía creer que el camino por él recorrido era un camino fácil.

Sin embargo, su camino, como ha escrito Eugenio Ceria, en las bellas páginas del libro “Don Bosco con Dios”, estuvo siempre sembrado por las espinas de la mortificación.

Espinas en familia: la pobreza, la oposición que, al principio, le cerraba el paso y después le hizo áspero el camino del sacerdocio, obligándole a duras y humillantes fatigas.

Espinas al fundar el Oratorio: por todas partes le echaban la cruz encima personas particulares, párrocos, autoridades municipales, escolares, políticas. Espinas y algo peor a causa de sus Lecturas Católicas. Espinas por falta de medios: tener sobre las espaldas tantos jóvenes y tantas obras y no contar con medios seguros de subsistencia. Y el mismo Don Bosco contará esta realidad en el “sueño de la pérgola de rosas”, que relata a los suyos en 1847… Cuando ya estaba instalado en Valdocco y el Oratorio comenzaba a tomar impulso…

Enlazándonos al hilo primordial
¡Señor! Muchas son las espinas con las que nos encontramos, pero confiamos en tu Presencia. Aunque silencioso, sos nuestro motivo para seguir caminando. Que podamos ver la Gracia que se esconde detrás de las situaciones de muerte.

Que podamos decir, como los que se le acercaron a Don Bosco en el sueño de la pérgola de rosas, “Somos tuyos, estamos dispuestos a seguirte”.

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