“El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.”  (Jn 3, 35)

jut“… se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.” (Lc 1, 39-40)

María, con tu actitud solidaria de subir deprisa a la montaña para acompañar a tu prima Isabel, ya anciana, y ayudarla en sus tareas durante tres meses, hasta dar a luz al pequeño Juan, nos enseñas a poner amor en nuestro trabajo y prestar nuestras manos y capacidades en favor de los demás.

Te contemplo,  en este día en honor de tu esposo San José, a quien veneramos por su trabajo bien hecho y vemos siempre  discreto, responsable, como la mujer del Carpintero. Alguna tarea del taller, quizá de trabajar la madera, o quizá, como dicen ahora, de albañilería, te implicaría.

Te contemplo como ama de casa, haciendo de tu hogar un lugar habitable, cálido, amoroso, en el que no faltaría la torta de pan cocido al horno de leña. Me traes a la memoria a mi madre, a quien de niño veía cerner la harina en la artesa, después de que mi padre la trajera al moler el trigo en el molino.

Tú diste a luz a tu Hijo en Belén, la Casa del Pan, y en verdad fuiste la artesa del Pan bendito. Y Él dirá: “Yo soy el Pan de Vida”. Mi madre, después de cerner la harina, la amasaba. No sé si en tu casa lo hacías como en la mía, donde se metía el reciento en la masa, envuelta en retor de hilo, y arropada con una manta de cuadros, para que fermentara.

Tampoco sé si en tu tiempo se hacía  el pan en cada casa, o te juntabas con las vecinas en algún lugar común, donde cada una llevaría en su cesta la masa para cocer las hogazas  en el horno comunal y traerlas después a casa. ¡Qué olor deja el pan recién cocido! 

Tú amasaste en tus entrañas el mejor Pan, el Hijo de Dios. En el Evangelio leemos: “No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo” (Jn 6, 32-33). 

Yo te suplico, como aquellos que escucharon de tu Hijo el discurso en Cafarnaúm: “Danos de ese Pan”, del pan de tus entrañas, el pan amasado y cocido en tu seno, el Pan de Vida, Mujer del Carpintero, Mujer trabajadora y solidaria.

 

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