benedicto-xvi_0Ciudad del Vaticano.- Durante su habitual audiencia de los miércoles, el Papa Benedicto XVI afirmó que la «mentalidad» más difundida y dominante, a menudo impregnada de «nihilismo», induce a veces a vivir «con ligereza», sin ideales, con «vínculos líquidos». En contra de estos riesgos, el Papa invitó a volver a la fe y a educar a los jóvenes en la verdad.

«Creer -indicó el Papa- no es el encuentro con una idea o un programa, sino con una Persona, que vive y nos transforma al revelarnos nuestra verdadera identidad. Creer no es algo extraño y lejano a nuestra vida, algo accesorio; al contrario, la fe en el Dios del amor, que se ha encarnado y ha muerto en la cruz por nuestra salvación, nos presenta de forma clara que sólo en el amor encuentra el hombre su plenitud. En cambio, todo lo que es contrario a ese amor lo destruye».

Entre los síntomas de esta "destrucción", Benedicto XVI indicó «una fe que se vive de forma pasiva y privada, el rechazo de la educación en la fe, la fractura entre fe y vida».

En la Plaza de San Pedro, el Papa introdujo hoy un nuevo ciclo de catequesis, que se desarrollará a lo largo de todo el Año de la fe que comenzó el pasado día. Benedicto XVI explicó que el recuerdo de los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II «es una ocasión importante para volver a Dios, para profundizar y vivir con mayor valor la propia fe y para reforzar la pertenencia a la Iglesia, "maestra de humanidad" que, mediante el anuncio de la Palabra, la celebración de los Sacramentos y la obra de la caridad nos guía para encontrar y conocer a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre».

«El cristiano -observó el Pontífice- a menudo no conoce ni siquiera el núcleo central de la propia fe católica, del Credo, por lo que deja espacio a un cierto sincretismo y relativismo religioso, sin claridad sobre las verdades» o sobre la «singularidad de salvación del cristianismo».

«En el Credo está lo esencial de esa fe, no sólo desde un punto de vista intelectual, sino, sobre todo, vivencial, pues sobre esa base debemos fundar nuestra conducta, la vida moral, ya que la fe exige nuestra conversión, por encima de todo relativismo y subjetivismo».

A los fieles procedentes de América Latina y de España el Obispo de Roma los invitó a meditar el Credo con las siguientes palabras: "Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Panamá, Perú, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a meditar el Credo para que, al vivir con entusiasmo sus exigencias, proclaméis que la fe transforma el corazón".

Hoy en día, afirmó el Papa, es necesario reiterarlo con claridad. Al tiempo que las transformaciones culturales que se están realizando, muestran a menudo tantas formas de barbarie, que pasan bajo el signo de "conquistas de la civilización": la fe afirma que existe verdadera humanidad sólo en los lugares, en los gestos, en los tiempos y en las formas en que el hombre está animado por el amor que viene de Dios, se expresa como don y se manifiesta en relaciones llenas de amor, de compasión, de atención y de servicio desinteresado a los demás. Donde hay dominación, afán de poseer, explotación, mercantilización de los otros por el propio egoísmo, donde se encuentra la arrogancia del yo encerrado en sí mismo, el hombre es empobrecido, degradado y desfigurado. La fe cristiana, activa en la caridad y fortalecida en la esperanza, no limita, sino humaniza la vida, aún más, la hace plenamente humana.

La fe es acoger este mensaje transformador en nuestras vidas, enfatizó el Santo Padre, "es acoger la revelación de Dios, que nos hace conocer quién es Él, cómo actúa, cuáles son sus proyectos para con nosotros. Por supuesto, el misterio de Dios queda siempre más allá de nuestros conceptos y de nuestra razón, de nuestros ritos y oraciones. Sin embargo, con la revelación es Dios mismo quien se ‘auto comunica`, se cuenta, se hace accesible. Y nosotros recibimos la capacidad de escuchar su palabra y de recibir su verdad. He aquí, entonces, la maravilla de la fe: Dios, en su amor, crea en nosotros - a través de la obra del Espíritu Santo - las condiciones adecuadas para que podamos reconocer su Palabra. Dios mismo, en su voluntad de manifestarse, de ponerse en contacto con nosotros, de hacerse presente en nuestra historia, nos hace capaces de escucharlo y de acogerlo".

Fuente: Radio Vaticano

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