repartiendolameriendaAleppo, Siria, 10 oct 12 (OCLACC).- El inspector de los Salesianos del Oriente Medio, don Munir El Rai, luego de haber visitado a las comunidades de Siria en las últimas semanas, manifestó que ha encontrado personas intimidadas por la guerra, jóvenes sedientos de esperanza y a los salesianos decididos a quedarse y ayudar a la gente. "En todos resonaba el mismo grito: ‘Haaj` ¡(basta)!"

En Beirut, donde don Rai se ha encontrado con los Salesianos que viven en el Líbano, han abordado los procedimientos para la recepción de sirios desplazados, llegados a la tierra de los cedros en busca de paz y trabajo. "Muchas familias de cristianos sirios querrían encontrar refugio de la guerra, emigrando al Líbano, - dice don El Rai - país altamente deseable debido a la fuerte presencia cristiana, las posibilidades de encontrar trabajo aquí y la posibilidad de emigrar a otros países. Entonces les pedí a los Salesianos del Líbano preparar un proyecto de emergencia para la acogida de refugiados sirios, como se hizo con los libaneses durante la guerra del Líbano. " Cuando el Inspector salesiano llegó a Damasco coincidió con la fase final del ataque al Ministerio de la Defensa: la ciudad entera estaba en alerta y llena de puestos de control del ejército. Fuerte clima de miedo, tristeza e inseguridad, debido al ataque, el inspector salesiano ha alcanzado con dificultad el Centro Salesiano.

La comunidad se compone de 4 salesianos, está en una zona bastante segura y trata de dar señales de esperanza para los jóvenes y sus familias, con la organización de sesiones de formación, espirituales y recreativas. El Centro se está convirtiendo en un oasis de paz, intercambio y acogida, cada vez más valioso para los jóvenes de la zona. "Todos los hermanos me han confirmado su firme voluntad de permanecer en Siria y servir a los jóvenes. - dice El Rai - Con ocasión de mi visita relanzamos las visitas a las familias de niños y muchachos más jóvenes que ya no van al centro por temor a los peligros que se encuentran en el camino, tratando de apoyarlos tanto a nivel espiritual como moral y material".

"Esta visión de muchos jóvenes que han perdido todas sus esperanzas en el futuro y en el futuro de su país me ha entristecido, porque es el colapso de una vida basada en las enseñanzas de la confianza en el porvenir y ha perfilado la imagen de una Siria sin cristianos ni futuro, como está sucediendo en otras partes del Medio Oriente ", señala don El Rai.

El 29 de septiembre en Tartous, don El Rai se reunió con el obispo de los maronitas, que agradeció el trabajo realizado por los Salesianos en Kafroun. Volviendo hacia aquella obra, don El Rai ha pasado por varias aldeas, encontrándose con innumerables imágenes de muertos en los enfrentamientos. "En Kafroun me encontré con el salesiano que había sido asignado a esta casa para el verano con dos hermanos jóvenes, y se ha mantenido junto con un nuevo hermano que se le habían unido para esta nueva misión. Entonces decidimos dejar la casa abierta todo el año para continuar acogiendo a los desplazados de Aleppo: cerca de 40 personas, incluyendo a las familias de los Salesianos, Salesianos Cooperadores y de nuestros jóvenes colaboradores. En la actualidad, el número de estas personas desplazadas está aumentando rápidamente debido a la intensificación de los combates. La casa también lleva a cabo actividades educativas y recreativas con los jóvenes desplazados de la ciudad de Homs, la más afectadas por los combates. El Centro también se dedica a la actividad oratoriana con los jóvenes de la zona".

La vida en común de los desplazados y de la Familia Salesiana está organizada en un estilo familiar que coordina las actividades y momentos de la vida cotidiana. Los huéspedes se dedican a las tareas domésticas, tales como el mantenimiento, el cuidado del huerto, la cocina y la lavandería, y en el trabajo pastoral con otras personas desplazadas y los niños de la zona. Con los salesianos las familias se sienten seguras, pero aún permanece la ansiedad por los seres queridos dejados en Aleppo y el pensamiento del futuro, dividido entre el miedo, el deseo de huir del país y la esperanza de poder regresar a sus hogares.

"Fui a Aleppo, la tarde del 2 de octubre, viajando en un autobús de veinticinco plazas con un Salesiano Cooperador de Alepo. El autobús, cargado con las mercancías que las personas desplazadas trajeron consigo, estaba saturado por la tensión y el temor por el viaje, que nos llevaría a través de las zonas más afectadas por el conflicto, y por las expectativas de los desplazados que esperaban regresar a su zonas de origen para tratar de llegar a sus seres queridos". Con la gasolina de un vendedor que había ocultado sus reservas - porque ahora las distribuidoras no están ya en funcionamiento - comenzó el viaje.

"A lo largo de la carretera desierta, se notaban las señales de la guerra: máquinas y tanques quemados, casas destruidas y abandonadas, varios retenes del ejército sirio que nos pararon para comprobar nuestros documentos. Después de un tramo de carretera fuera del control del ejército sirio, a una hora de Aleppo, nos encontramos con un puesto de control de los rebeldes que han controlado los documentos y luego nos dejaron ir. Después de un ulterior puesto de bloqueo de los rebeldes hemos llegado a Aleppo, conscientes de la buena fortuna de haberla alcanzado sin ser disparados. "

Llegamos de noche a la casa salesiana, el Inspector ha recibido el sorprendido y agradecido saludo de dos salesianos sirios, un prenovicio sirio y algunos jóvenes que jugaban en un pequeño patio. Una decena del Rosario ha hecho posible cerrar el día con relativa serenidad.

El despertar de la mañana siguiente ha sido brusco: "El edificio fue sacudido por un gran atentado en la plaza principal de Alepo, que se encuentra a 8 minutos a pie. A las 9:00 am quería visitar, junto con otro salesiano, el sitio del atentado que ha dejado unos 50 muertos y más de 100 heridos en el centro de Aleppo, pero esto ha sido imposible, porque se temían nuevos ataques. "

Don El Rai y otros salesianos han visitado los barrios cristianos - de los que provienen todos los niños y jóvenes que asisten a la obra - que son actualmente objeto de lanzamiento de morteros, francotiradores y coches bomba. "A lo largo de la calle hemos sido reconocidos por muchos oratorianos que nos han invitado a las casas y nos han contado sus historias. Un niño al que conocía me dijo que su familia tenía la intención de irse, dejando a su padre al cuidado de la casa. A pesar de todo, el muchacho dijo: "Yo amo a Siria! y luego: deseo regresar pronto a Siria `".

Otro joven sirio se ha confiado a don El Rai que la primera ayuda que las personas necesitan de la Iglesia "es una fuerte signo de apoyo espiritual y moral, y más tarde el apoyo de la solidaridad material". La guerra no es sólo los actos de violencia, sino también daño psicológico y moral. Las calles están llenas de bloqueos, de gente y de coches armados, se ven armas por todas partes. Ahora todos hablan el lenguaje de la guerra, los niños conocen los nombres de las armas y cuando hay una explosión reconocen el arma utilizada. Por la noche los disparos se intensifican y a los chicos les encantaría quedarse dormidos y al despertar encontrar todo ordenado.

En Aleppo don Rai ha tenido varias reuniones con la comunidad salesiana para pensar en cómo seguir ayudando a los jóvenes y sus familias, a nivel tanto espiritual como material. La casa de Aleppo es también otro oasis de paz. Los pocos que vienen acuden a partir de las 16,30 horas y permanecen hasta la noche, cuando el día termina con una oración a la Virgen.

Los Salesianos con la ayuda de los salesianos cooperadores y los laicos habían comenzado a trabajar con los desplazados en las escuelas estatales, pero luego han interrumpido por las amenazas. Ahora esta actividad se ha reanudado, gracias a los sacerdotes jóvenes de diversos ritos y diversos grupos de laicos. "El valor de darse a los demás y el hecho de creer todavía en la convivencia, en otro tiempo orgullo de Siria, es uno de los signos de esperanza que encontré durante mi viaje."

El Inspector ha partido de Aleppo el 7 de octubre para volar en avión de regreso a Damasco. "El taxi me ha costado más que el vuelo, debido a los riesgos que el conductor ha tenido por llevarme".

"Este viaje - concluye don El Rai - me ha impresionado desde el punto de vista humano, cristiano y salesiano. Me ha llevado a ver los horrores de la guerra, que con tanta rapidez ha producido destrucción, inseguridad, tristeza, odio y división en mi país. También me ha mostrado el ánimo de los hombres que desean fuertemente sólo la paz y la seguridad, y se han dado cuenta de que la solución sólo puede venir a través del diálogo. También he visto un fuerte retorno a la fe y la oración, y al deseo de vivir, hasta el punto de que, paradójicamente, ha aumentado el número de matrimonios".

"Los mayores desafíos parecen ser dos ahora: apoyar a la población en esta fase de emergencia, para hacer frente a la actual falta de ayuda humanitaria, dictada también por el hecho de que el caso de Siria es tratado sólo como una caso político y mediático, mientras es descuidado el plano humanitario, ser capaz de borrar el odio después de tanta violencia, cuando por fin la paz será restablecida. "

"En nombre de tantos sirios a los que conocí durante este viaje - dijo don El Rai - os pido que recéis por nosotros."

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